miércoles, 22 de septiembre de 2010

Escapada fugaz a Oporto.

Sabíamos que nuestras vidas estaban a punto de cambiar, que nuestros caminos se iban a separar forzosamente, por eso decidimos hacer un viaje de ida y vuelta físicamente, pero solo de ida emocionalmente.
Fue un viaje fugaz, de tan solo un día, pero era el tiempo necesario para afianzar una amistad existente y guardar unos recuerdos para aquellos días fríos que estaban a punto de llegar.
El destino fue Oporto. Aprovechando una de las grandes ofertas de Ryanair, salimos por la mañana para volver por la tarde. Después de visitar la ciudad, decidimos no irnos sin visitar unas bodegas de vino de oporto. Curiosamente no están en la ciudad de Oporto sino en frente, cruzando el rio Duero, donde se encuentra un pueblecito llamado Vila Nova de Gaia.
Después de una visita y una degustación de oporto, (no perderse el oporto rosa, simplemente exquisito) el hambre hizo aparición. Forasteros en una ciudad desconocida, ¿donde podríamos comer bien y que no fuera una cadena de comida rápida?
Nuestro compañero de aventura, Judá, nos hablo del RESTAURANTE TROMBA RIJA, Avenida Diogo Leite 102, Vila Nova de Gaia.
El menú de 30€ nos hizo plantearnos si entrar, pero la ocasión que nos llevo a esa ciudad bien merecía el aventurarnos a entrar, y pocas veces me he alegrado tanto de haber tomado una decisión como ese día.
El simple hecho de estar sentado contemplando la ciudad de Oporto y el rio Duero daban una perspectiva de lujo a la comida.
El primer buffet, algo imposible de creer para los amantes del queso. Una mesa redonda con más de 15 clases de queso. Quesos ahumados, curados, cremosos, de oveja, cabra, con especies,…….y todo acompañado con tostadas de distintos panes, mermeladas e incluso mieles. Quesos difíciles de encontrar en la mayoría de buffets en España.
El segundo buffet era una variedad de ensaladas, platos calientes y pequeñas delicatesen portuguesas.
A parte encontrabas una mesa con la especialidad del lugar, Bacalao confitado (Bacalao cocinado muy lentamente en aceite). Aun sin gustarte el pescado, ese plato es algo digno de probar y poco probable no disfrutarlo.
La última mesa, como no, los postres. Un surtido de unos 10 postres, desde Bizcochos caseros a natillas, pasando por unas pastas de te buenísimas.
Todo ello regado con todo el Vinho verde que quieras. Un vino muy fino y suave, perfecto para una comida tan copiosa. Como se diría profesionalmente, un gran maridaje.
Pero eso no fue todo. Cuando tu cinturón te reclama libertad de su opresión, se presenta el camarero, que por cierto casi no los veréis en toda la comida, y te trae tu botellita de Oporto y Aguardiente acompañado de una cesta con un gran surtido de frutos secos.
Nunca amortizaras tanto y tan bien el dinero invertido. Fue necesario de 2 horas para comer.
¿Punto a trabajar? No encontré nada malo, simplemente el hecho que no haya uno de estos en nuestro país. Eso sí, mi recomendación es, que al igual que hicimos nosotros, si el día acompaña, crucéis la calle, donde encontrareis bordeando el rio Duero  una manta de hierba perfecta para echarse un sueño, donde el murmullo de rio será vuestra mejor canción de nana y podréis inmortalizar en vuestras almas una experiencia que siempre os acompañara, por muy lejos que vayáis, así como hizo con nosotros.
Porque la vida pasa y nosotros con ella, por eso, alimentad el alma, pero sobre todo alimentad y bien vuestro cuerpo.
NAPS
Dedicado a nuestros amigos ¨los Morcis¨.

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