En los últimos años nos hemos acostumbrado a ver lo que no es.
Últimamente he visitado antiguas iglesias rebautizadas a oficinas de turismo e información. E visitado antiguos teatros reconvertidos en tiendas denominadas “fashion”. Antiguos mataderos de ganado que inexplicablemente ahora son aquellos teatros donde lloramos, nos emocionamos y reímos. Nada de lo que vemos es lo que creemos ver.
Pero esta vez, todo encajaba. El ambiente, el lugar, el edificio. Era como viajar al pasado pero con las ventajas del presente. Ese lugar no había cambiado, ni por fuera ni por dentro.
Saliendo de la Plaza Mayor de Madrid, se halla la Plaza de San Miguel, donde un antiguo mercado de principios del siglo XX guarda los secretos de otros tiempos. Con gran acierto, se remodelo recientemente, conservando su espíritu original, es decir, abastecer a sus vecinos de frutas, verduras, pescados, embutidos… Pero, ¿Por qué tener que llevarte esos productos frescos y ricos pudiéndolos disfrutar allí mismo, en su entorno original?
Con esa idea, os invito a que visitéis el MERCADO DE SAN MIGUEL, un lugar donde si no queréis comprar, si solo queréis degustar calidad mientras os ponéis al día con vuestros amigos, o mientras desconectáis del trabajo o simplemente queréis tomar el aperitivo de forma distinta, este es vuestro lugar.
Conservando su estructura metálica, la cristalera que rodea el mercado hace que en el tiempo que paséis allí, podáis contemplar como la vida ajetreada de Madrid continua. La oferta que encontrareis es amplísima. Podéis tomar desde Sushi Japonés al marisco de las rías gallega sin necesidad de viajar. Podréis probar, quizás por primera vez, que se siente al comerse una ostra o hacer una cata de más de 20 vinos nacionales, sin olvidar el postre, una variedad de formas y sabores del mas autentico cacao del nuevo mundo.
Mi recomendación es que no paséis por alto el apartado de Vermuts y de quesos, donde la combinación de una tabla de 10 quesos, o las mini tortas del Casar con un vermut peleón, pero de autentico sabor, contribuira para que los mediodías de los sábados y domingos cobren una dimensión completamente mejorada.
Lo mejor es que todo es un solo local. El plato, vaso o copa que os den en una tienda lo podéis dejar en cualquier otra, lo que facilita y hace que la experiencia sea algo interactivo, sin la necesidad de quedarte por obligación en un solo lugar. Apto para espíritus libres como yo.
Y ahora que el invierno se acerca, es el lugar idóneo para tomar un buen vino, mientras las lagrimas de la lluvia mueren lentamente cristalera abajo, mientras vosotros estáis calentitos dentro de un lugar que nos recuera que hay cosas que se mantienen en pie a través de los siglos como las amistades que conseguiréis y reconstruiréis en un antiguo pero aun vivo mercado.
La vida pasa y nosotros con ella, por eso, alimentad el alma, pero sobre todo alimentad y bien vuestro cuerpo.
NAPS