sábado, 22 de enero de 2011

¿Te atreves con la comida India?

¿Nunca has pospuesto una decisión, aun sabiendo que algún día tendrías que afrontarla?
¿Nunca te has preguntado qué sería de tu vida si ese día hubieras tomado otra decisión a la que tomaste?
Siempre intentamos huir de alguna decisión por tomar u olvidar la decisión que creímos en su día correcta y que nos perseguirá por muy rápido que corramos.
Hasta ahora habíamos ido posponiendo probar la comida hindú, pero una noche que no sabíamos dónde ir, alguien pregunto, ¿nos atrevemos con la comida India?
Abiertos a nuevas experiencias, y sin otras expectativas en vista, reservamos en el Restaurante DELHI, C/ Duque de Osuna, 6 MADRID.
No muy convencidos, todo sea dicho de paso, decidimos probar una cocina distinta a la que habíamos probado hasta ahora. Y como aquella decisión que tomas no muy convencido, pero que al final te alegras de haber tomado, así nos sentimos esa noche.
Es un restaurante pequeño pero acogedor, con un ambiente por lo menos peculiar y exótico, sin duda alguna. Abrimos hambre con una cerveza autóctona, pero que rápidamente notamos que no tiene nada que envidiar a nuestras bebidas de cebada o malta.
Con nuestras gargantas ya aclaradas, empezamos la degustación de una cocina totalmente exótica. Digno de destacar es la Samosa, una empanada de carne muy sabrosa a la vez que ligera, acompañada de Pakora, verdura troceada y rebozada en harina de garbanzo.
El pollo y cordero asado con especies, aunque gustoso, fue eclipsado por lo que a mí me sorprendió gratamente, el Prawn Masala, langostino con un preparado de yogur con crema y acompañado de coco. Una mezcla, en principio extraña, pero de lo mas gustoso al paladar, lo que acompañado de un autentico arroz basmati, hará las delicias de los buscadores de nuevas sensaciones gustativas.
Del postre destacaría el Sugi Halwa, una pequeña bola de pistacho y frutos secos, que sin llegar a ser empalagoso, resulta de lo más delicioso. Y no queremos irnos de este restaurante sin probar los tés, algo que no podemos pasar por alto para acabar una autentica cena exótica en pleno centro de Madrid, donde, si olvidamos tan solo por un momento donde nos hallamos, podremos sentir lo que sintieron aquellos primeros colonos, cuando en medio de las densas selvas de un país lejano, descubrieron esas grandes civilizaciones escondidas en lugares donde solo llegaban las mentes más soñadoras.
Puede que vivamos con el miedo de tomar una decisión, puede que soportemos una pesada carga sobre nuestros hombros por no habernos atrevido a abrir nuestros corazones cuando debimos, pero os aseguro que nunca os arrepentiréis si a la pregunta, ¿te atreves con la comida india?, respondéis con un simple pero rotundo “si me atrevo”.
Recuerda que la vida pasa y nosotros con ella, por eso, alimentad el alma, pero sobre todo alimentad y bien vuestro cuerpo.
NAPS

jueves, 6 de enero de 2011

El jardín de Barcelona.

Hay olores, paisajes o canciones que nos hacen recordar a viejos amigos o momentos ya vividos, robándonos una pequeña sonrisa.
En mi caso fue una escueta frase que encontré en el muro de mi Facebook:
                “La comida tiene la extraña facultad de momentos y amigos...”
Sin acabar de leer la frase, fueron apareciendo en mi mente los recuerdos de tardes de verano en una pequeña terraza, donde con solo unas botellas de sidra, un autentico queso asturiano de cabrales y unos gambones a la plancha, las injusticias, las penas y la añoranza desaparecían para dejar sitio a nuevos recuerdos que en un futuro no muy lejano levantarían nuestros espíritus quebrantados.
Recientemente todos estos recuerdos y la frase que me robo una lagrima, cobraron vida en un pequeño restaurante de Barcelona, EL DUENDE DEL POBLE SEC, C/Poeta Cabanyes, 11.
Es un pequeño restaurante familiar, que una vez dentro, te envuelve sintiéndote como en un jardín, donde nada ni nadie puede robarte la paz. La amabilidad de sus dueños y de sus camareros sin lugar a dudas contribuye a ese buen ambiente.
Su carta, sin muchos riesgos, si destaca por su calidad. Os recomiendo la Fondue Imperial, donde os sorprenderá lo bien que casan algunas frutas con queso. La carne no os dejara indiferente. Desde la cercana Girona, los cortes de carne fresca y jugosa, deleitara los paladares más exquisitos, al igual que el pescado, jugoso y fresco. Y no podéis iros sin probar el flan de huevo con mató (queso fresco típico de Cataluña), tan sencillo pero tan sabroso.
Solo le encontré un fallo a este sitio, la carta de vinos. Una carta segura, sin riesgos a la hora de probar vinos no tan conocidos y que nos podrían sorprender tanto o más que la comida.
En definitiva, un lugar donde no importara la estación que vayáis, siempre os hará sentir como si entrarais en el jardín de los sueños, donde el mañana no existe, porque como dijeron mis amigos, la comida tiene la extraña facultad de momentos y amigos, y de nuevo, no se equivocaron.
La vida pasa y nosotros con ella, por eso, alimentad el alma, pero sobre todo alimentad y bien vuestro cuerpo.
NAPS
                               Para los Güajes, otros tiempos, otras vidas…