lunes, 27 de septiembre de 2010

El mercado de San Miguel, Madrid.

En los últimos años nos hemos acostumbrado a ver lo que no es.
Últimamente he visitado antiguas iglesias rebautizadas a oficinas de turismo e información. E visitado antiguos teatros reconvertidos en tiendas denominadas “fashion”. Antiguos mataderos de ganado que inexplicablemente ahora son aquellos teatros donde lloramos, nos emocionamos y reímos. Nada de lo que vemos es lo que creemos ver.
Pero esta vez, todo encajaba. El ambiente, el lugar, el edificio. Era como viajar al pasado pero con las ventajas del presente. Ese lugar no había cambiado, ni por fuera ni por dentro.
Saliendo de la Plaza Mayor de Madrid, se halla  la Plaza de San Miguel, donde un antiguo mercado de principios del siglo XX guarda los secretos de otros tiempos. Con gran acierto, se remodelo recientemente, conservando su espíritu original, es decir,  abastecer a sus vecinos de frutas, verduras, pescados, embutidos… Pero, ¿Por qué tener que llevarte esos productos frescos y ricos pudiéndolos disfrutar allí mismo, en su entorno original?
Con esa idea, os invito a que visitéis el MERCADO DE SAN MIGUEL, un lugar donde si no queréis comprar, si solo queréis degustar calidad mientras os ponéis al día con vuestros amigos, o mientras desconectáis del trabajo o simplemente queréis tomar el aperitivo de forma distinta, este es vuestro lugar.
Conservando su estructura metálica, la cristalera que rodea el mercado hace que en el tiempo que paséis allí, podáis contemplar como la vida ajetreada de Madrid continua. La oferta que encontrareis es amplísima. Podéis tomar desde Sushi Japonés al marisco de las rías gallega sin necesidad de viajar.  Podréis probar, quizás por primera vez, que se siente al comerse una ostra o hacer una cata de más de 20 vinos nacionales, sin olvidar el postre, una variedad de formas y sabores del mas autentico cacao del nuevo mundo.
Mi recomendación es que no paséis por alto el apartado de Vermuts y de quesos, donde la combinación de una tabla de 10 quesos, o las mini tortas del Casar con un vermut peleón, pero de autentico sabor, contribuira para que los mediodías de los sábados y domingos  cobren una dimensión completamente mejorada.
Lo mejor es que todo es un solo local. El plato, vaso o copa que os den en una tienda lo podéis dejar en cualquier otra, lo que facilita y hace que la experiencia sea algo interactivo, sin la necesidad de quedarte por obligación en un solo lugar. Apto para espíritus libres como yo.
Y ahora que el invierno se acerca, es el lugar idóneo para tomar un buen vino, mientras las lagrimas de la lluvia mueren lentamente cristalera abajo,  mientras vosotros estáis calentitos dentro de un lugar que nos recuera que hay cosas que se mantienen en pie a través de los siglos como las amistades que conseguiréis y reconstruiréis en un antiguo pero aun vivo mercado.
La vida pasa y nosotros con ella, por eso, alimentad el alma, pero sobre todo alimentad y bien vuestro cuerpo.
NAPS

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Escapada fugaz a Oporto.

Sabíamos que nuestras vidas estaban a punto de cambiar, que nuestros caminos se iban a separar forzosamente, por eso decidimos hacer un viaje de ida y vuelta físicamente, pero solo de ida emocionalmente.
Fue un viaje fugaz, de tan solo un día, pero era el tiempo necesario para afianzar una amistad existente y guardar unos recuerdos para aquellos días fríos que estaban a punto de llegar.
El destino fue Oporto. Aprovechando una de las grandes ofertas de Ryanair, salimos por la mañana para volver por la tarde. Después de visitar la ciudad, decidimos no irnos sin visitar unas bodegas de vino de oporto. Curiosamente no están en la ciudad de Oporto sino en frente, cruzando el rio Duero, donde se encuentra un pueblecito llamado Vila Nova de Gaia.
Después de una visita y una degustación de oporto, (no perderse el oporto rosa, simplemente exquisito) el hambre hizo aparición. Forasteros en una ciudad desconocida, ¿donde podríamos comer bien y que no fuera una cadena de comida rápida?
Nuestro compañero de aventura, Judá, nos hablo del RESTAURANTE TROMBA RIJA, Avenida Diogo Leite 102, Vila Nova de Gaia.
El menú de 30€ nos hizo plantearnos si entrar, pero la ocasión que nos llevo a esa ciudad bien merecía el aventurarnos a entrar, y pocas veces me he alegrado tanto de haber tomado una decisión como ese día.
El simple hecho de estar sentado contemplando la ciudad de Oporto y el rio Duero daban una perspectiva de lujo a la comida.
El primer buffet, algo imposible de creer para los amantes del queso. Una mesa redonda con más de 15 clases de queso. Quesos ahumados, curados, cremosos, de oveja, cabra, con especies,…….y todo acompañado con tostadas de distintos panes, mermeladas e incluso mieles. Quesos difíciles de encontrar en la mayoría de buffets en España.
El segundo buffet era una variedad de ensaladas, platos calientes y pequeñas delicatesen portuguesas.
A parte encontrabas una mesa con la especialidad del lugar, Bacalao confitado (Bacalao cocinado muy lentamente en aceite). Aun sin gustarte el pescado, ese plato es algo digno de probar y poco probable no disfrutarlo.
La última mesa, como no, los postres. Un surtido de unos 10 postres, desde Bizcochos caseros a natillas, pasando por unas pastas de te buenísimas.
Todo ello regado con todo el Vinho verde que quieras. Un vino muy fino y suave, perfecto para una comida tan copiosa. Como se diría profesionalmente, un gran maridaje.
Pero eso no fue todo. Cuando tu cinturón te reclama libertad de su opresión, se presenta el camarero, que por cierto casi no los veréis en toda la comida, y te trae tu botellita de Oporto y Aguardiente acompañado de una cesta con un gran surtido de frutos secos.
Nunca amortizaras tanto y tan bien el dinero invertido. Fue necesario de 2 horas para comer.
¿Punto a trabajar? No encontré nada malo, simplemente el hecho que no haya uno de estos en nuestro país. Eso sí, mi recomendación es, que al igual que hicimos nosotros, si el día acompaña, crucéis la calle, donde encontrareis bordeando el rio Duero  una manta de hierba perfecta para echarse un sueño, donde el murmullo de rio será vuestra mejor canción de nana y podréis inmortalizar en vuestras almas una experiencia que siempre os acompañara, por muy lejos que vayáis, así como hizo con nosotros.
Porque la vida pasa y nosotros con ella, por eso, alimentad el alma, pero sobre todo alimentad y bien vuestro cuerpo.
NAPS
Dedicado a nuestros amigos ¨los Morcis¨.

martes, 21 de septiembre de 2010

Noche de Viernes tranquila en Madrid.

Quizás, la noche más esperada es la del viernes. La dura semana de trabajo, estudios o cualquier otra actividad que nos ha ocupado la gran parte del tiempo toca a su fin y da paso al fin de semana. Dos días para desconectar, estar con la familia o amigos y dormir, esa actividad que requiere tan poco de nosotros pero tan esperada es.
Lo cierto que pensar en todo esto hace que el viernes sin saber como, por muy cansados que estemos, encontramos una energía casi inagotable. Pero no siempre es así, hay viernes que lo único que quieres es no tener que pensar ni soportar el alboroto que tanto ansiamos otros viernes.
Para esos viernes os recomiendo SIPS MALASAÑA, en la calle San Vicente Ferrer, 57, Madrid.
De nuevo entra en acción nuestro amigo Moi. Gracias a las ofertas de atrápalo, consigue un 50% de descuento en el menú.
El menú es a elegir un primero, un segundo y un postre de la carta del Restaurante, una carta, todo sea dicho, bastante escueta pero todo suplido por una calidad extraordinaria. Lo mejor es coger varios platos entre los que vayáis y compartir, en especial  los postres,  pues son bastante originales y buenos.
El punto para trabajar seria la bebida. Es cierto que va incluida, pero con lo servido no calmareis vuestra sed, pero en fin, todo no se podrá tener. Eso sí, el surtido de cocteles es digno de probar.
Pero la clave es el ambiente. Buscamos un sitio tranquilo para un viernes que nos sentimos agobiados. Este es un lugar pequeñito, así que no sufriréis las aglomeraciones de otros lugares donde la gente solo hace que entrar y parece que no se van nunca. El color predominante es el blanco y la decoración es minimalista, lo que contribuye a sentirse uno relajado. En las paredes lo único que cuelgan son cuadros bastantes interesantes, que hasta os robaran una pequeña sonrisa.
 La verdad que es un sitio para comer algo ligero pero bueno, donde vuestro silencio por el cansancio no podrá ser reprochado.
Recordad,  la vida pasa y nosotros con ella, por eso, alimentad el alma, pero sobre todo alimentad y bien vuestro cuerpo.
NAPS

Sobremesa por Barcelona.

Fue un viaje rápido a Barcelona. A penas duro 2 días, pero fue suficiente para descubrir un sitio inolvidable y del cual hemos hecho parada obligatoria cada vez que nos desplazamos a Barcelona.
Fue un sábado por la tarde. Después de una buena comida casera, decidimos hacer la sobremesa fuera de casa.
Fascinados por la novela que habíamos leído de ¨La Catedral del Mar”, decidimos adentrarnos al barrio Gótico y descubrir que rincones nos esperaban.  Y no decepciono, en la calle de la Palla 8, nos paramos ante una tienda de delicatesen de vinos, licores, pastas de te….  Como curiosos del saber que somos, decidimos entrar.
Muy amablemente, las dependientas nos indicaron si queríamos tomar algo. Sorprendidos por tal ofrecimiento, pues no veíamos mesa alguna, decidimos aceptar. Nos condujeron hasta una escalera estrecha, muy estrecha que conducía hacia abajo.
A medida que bajábamos, íbamos entrando como en un túnel del tiempo, y en apenas unos segundos nos hallábamos en lo que parecía un antiguo convento, sí, nos habíamos transportado a la Barcelona mas medieval posible.
Alumbrado por velas, las paredes de piedra con su bóveda hacia que se respirara una calma y una paz muy diferente a  las calles que nos habían llevado allí.
El surtido de pastas y galletas simplemente sublime. Unos carquiñolis como los que hacía tiempo que no probaba.
Nuestro amigo Moi, compañero en nuestra cruzada por descubrir los mejores sitios de este mundo, eligió acertadamente un moscatel celestial. Era como reencontrarse con esos abuelos o bisabuelos que siempre tenían un buen licor de cosecha propia. Yo preferí una copa de cava, para hacer mejor la digestión claro está. No estaba muy frio, pero era de burbuja fina, de esos que no te hace estar toda la tarde luchando con esos gases que quieren salir.
Sinceramente os recomiendo que si vais por Barcelona os detengáis en la tienda-cafeteria CAELUM. Es mucho más que un viaje a la Barcelona medieval, es un viaje hacia el rencuentro con vuestros recuerdos, de aquellas tardes junto a vuestros abuelos, tardes que tristemente son pasadas e irrecuperables. Un buen lugar para que el tiempo se detenga y repongáis fuerzas para volver a salir a las bulliciosas calles de Barcelona.
En fin,  la vida pasa y nosotros con ella, por eso, alimentad el alma, pero sobre todo alimenta y bien vuestro cuerpo.
NAPS

lunes, 20 de septiembre de 2010

El por qué!!!!!

Hace poco, iba paseando por la calle y observe como unos amigos se estaban despidiendo efusivamente. Después de decirse todos los tópicos graciosos que se usan en esas ocasiones, uno de ellos dijo: “disfruta la vida, porque la vida pasa y tú con ella”.
 Esa frase, “la vida pasa y tú con ella”, me hizo pensar en la fragilidad y la rapidez con lo que todo pasa. Gandhi dijo acertadamente: “sabiendo que cada minuto es irrepetible, ¿Cómo podemos malgastar tanto  tiempo?”.  Con el paso de los años, una de las cosas que pasa con rapidez son las amistades, un bien muy preciado que si no lo cuidas, lo pierdes, y sin darte cuenta un día te levantas y estas solo.
Así, con ese miedo de perder a amigos con los que hemos reído y llorado, hemos sido vecinos e incluso hemos compartido el comienzo de una nueva vida, nos prometimos juntarnos como mínimo una vez al mes para conservar ese vinculo especial. Ahora, la cuestión era donde juntarse para recordar esos viejos tiempos y hacer nuevos recuerdos. Decidimos salir a descubrir los Restaurantes, las Cafeterías o los sitios que pueden llegar a ser mágicos o legendarios de Madrid, Barcelona o en cualquier otro lugar de este mundo y que contribuyan a fortalecer nuestros lazos de amistad.
Pero, en estos tiempos difíciles en los que nos ha tocado vivir, también hemos recibido la visita de ese amigo inoportuno y comodón, que no tiene intención de irse. Su nombre: CRISIS.
Pero, no nos engañemos. A pesar de ese amigo, hay dos cosas fundamentales de las que me doy cuenta que no podemos renunciar; de reír y de alimentarse bien. Y ese es el propósito de este blog, ayudaros a encontrar esos lugares únicos, donde el comer sea una experiencia inolvidable, compartida con vuestros seres queridos y que al pagar sea lo más justo posible y adecuado a la experiencia disfrutada.
Quizás os preguntéis quien soy yo para aconsejaros, si soy el más indicado o si entiendo de la relación que puede existir entre una buena comida y un momento eterno.
Después de más de una década dedicada al mundo de los fogones; controlando el orden en la cocina de un hotel o experimentando el bullicio de un catering; mimando la preparación singular de cada plato en un restaurante o haciendo frente a la pluralidad de un comedor colectivo; dando rienda suelta a la imaginación en cenas o luchando con 350 niños para que coman esas cosas verdes en un colegio; con dos premios de cocteleria en mis espaldas; ahora puedo decir que empiezo a entender el mundo del saber comer bien y me siento preparado para compartir lo vivido con otros.
Y quisiera empezar con una recomendación.
El sábado pasado, reservamos mesa y menú en el Restaurante KORGUI, en el madrileño barrio de la Latina.
Reservamos por la pagina de Atrápalo el menú por 25 euros en fin de semana y 19€ entre semana. Yo no estaba muy convencido pero hay que ser consecuentes con las decisiones que se toman y a las 9 de la noche allí estábamos.
El acceso al restaurante me recordó a las calles con escalinata de Italia, con la terraza en uno de sus peldaños, con mesas iluminadas con pequeñas velas y una suave y dulce música de fondo. ¡¡¡¡Que paz y serenidad transmitía!!!!
Los camareros, aunque no eran unos grandes profesionales, su amabilidad y simpatía suplían todas sus carencias y hacían que te sintieras relajado y cómodo. El ambiente era muy acogedor. Luces tenues, música bien escogida y las siempre bienvenidas velas en cada una de las mesas.
El menú sencillo pero completo. El paté de avestruz muy suave e intenso, para abrir apetito hasta que llegaran las croquetas, los langostinos en tempura y un rollito muy original pero muy sabroso. La brocheta de carne y el bacalao no rompiera la hegemonía y sencillez de la velada.
El postre, una tarta de chocolate que aunque a primera vista parecía una porción pequeña, con el paso de las cucharadas entendías por qué no era más grande.
En resumen, un menú adecuado para su precio. No eran cosas innovadoras ni "destructuradas", como les gusta llamarlas ahora, pero todo en su conjunto, ambiente y comida, hizo que el objetivo que nos reunió allí esa noche se cumpliera, el reír y unir los lazos de la amistad en una velada simplemente perfecta.
El punto a trabajar que yo le pondría seria la carta de vinos. Una bonita variedad aunque quizás faltaran vinos más asequibles por el precio especial del menú y como buen catalán, unas pocas marcas más de cavas, pues una quizás sea justa.
En fin ese es mi consejo, la vida pasa y nosotros con ella, por eso, alimentad el alma, pero sobre todo alimentad y bien vuestro cuerpo.
NAPS